VIVIENDO CON EL ENEMIGO

CUANDO TU CUERPO NO TE GUSTA.
Socialmente existe mucha presión en el tema del sobre peso, que enseña que para ser “amado, aceptado y tener mejores oportunidades en todo” debes cumplir con los estándares de belleza de moda; este tema afecta más a los adolescentes que “adolecen” de una personalidad definida; además, que es la etapa también donde se desapegan de los padres y se van abriendo lugar en lo social; buscando aceptación en los grupos, por ello son más vulnerables para caer en dicha ideología; sumando que si los padres cargan con este estigma de una manera u otra se la pasaran a sus hijos convirtiéndose en su realidad desde pequeños. El punto es que no es una cuestión de edad; afecta indistintamente y repercute severamente en nuestra contra, puesto que:
¿Cómo puedes vivir con el enemigo?
TU CUERPO.

Habiendo padecido bulimia reconozco la pesadilla que es estar peleado con tu cuerpo, luchando por cambiarlo creyendo que él es quien está mal, cuando en realidad solo es una creencia basada en una herida, en un vacío emocional, en una carencia, en algo emocional. Viviendo en un cuerpo que es tu enemigo al cual todo el tiempo pretendes cambiarlo para poder logra la aceptación, el amor y las oportunidades que otros tienen, alimentando sin cesar un rechazo casi odio por tu cuerpo; con la frustración de no conseguirlo o hacerlo muy lento, sin quedarte más remedio que seguir viviendo donde no eres feliz. En pugna constante con el enemigo que vives, que habitas y por tanto no puedes deshacerte de él.

Es importante reconocer que el sobre peso tiene que ver más con las emociones que te comes y otras situaciones emocionales que con la comida en sí. Puede estar vinculada a una herida de abandono, con no ser visto desde pequeño, con violencia de cualquier tipo: sexual, verbal, física o Psicológica o incluso con una asociación mental del alimento con amor de papá o mamá ya que ciertos alimentos evocan a recuerdos en los que se sintió amado de sus padres. Por ejemplo: si Papá no estaba en todo el día por su trabajo o era ausente emocionalmente, pero a la hora de cenar traía pan y comían juntos; el cerebro asocia ese alimento con la mirada y amor de Papá; por lo tanto, en la adultez en momentos de soledad el Pan sería una manera de replicar inconscientemente aquel momento de sentirse visto o amado.

Por esta situación es importante mirar con nuevos ojos el sobrepeso y aprovechar el stress vivido por la presión social, no para reforzar una creencia que en realidad varía con el tiempo; sino para tomarla como oportunidad de hacer consciencia de las heridas que se cargan, de las emociones que se “tragan” y del abandono que talvez vivido en la infancia, ya sea real o simbólico, repitiendo la herida al abandonarse a a mí mismo al ignorarse, presionarse, juzgarse y enojarse consigo mismo y con su cuerpo al no lograr bajar de peso.
Esperar que el mundo te ame mientras tu rechazas tu cuerpo es como querer que te compren un producto que personalmente no crees que valga. ¿Sería posible eso?
La guerra de vivir con el enemigo y el dolor que implica no es un estilo de vida; no es un destino. Es una oportunidad de liberarte de algo que no es real aquí y ahora; resignificar quién eres y tener la calidad de vida que mereces. El trabajo es tuyo; mas no estás solo, pide acompañamiento.

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